Sergey Karjakin derrotó en la final de la Copa del Mundo de Ajedrez disputada en Bakú a su compatriota Peter Svidler proclamándose así vencedor absoluto de uno de los torneos más importantes del 2015. En una final sin tablas, donde todas las partidas se decidieron a favor de algún bando, y plagada de errores, Karjakin tuvo la suficiente sangre fría para imponerse, remontando adversidad tras adversidad, para finalmente conseguir lo que a buen seguro es uno de los éxitos más importantes de su carrera. Han sido 25 días de juego y se han quedado por el camino 127 jugadores pero al final solo podía quedar uno y ese ha sido Sergey Karjakin.

Karjakin junto a Svidler y Iliumzhínov levantando el trofeo de campeón. Foto Web Oficial.
En cierto sentido fue una final espectacular, hasta épica he llegado a leer. Y tengo que reconocer que viendo la final disfruté con el toma-daca entre Karjakin y Svidler, con la emoción en el marcador y la incertidumbre de saber quién se iba a proclamar por fin vencedor. Pero después reflexionando vi que fue una final de una calidad excepcionalmente baja que, servía como espectáculo dé ¿quién ganará?, pero que aportaba poco al ajedrez. Veamos porque, aunque primero para entenderlo deberemos repasar el formato de la final de la Copa del Mundo de ajedrez.
- Un match al mejor de 4 partidas a ritmo clásico, es decir, 2 horas para las primeras 40 jugadas, y a partir de la 40, 30 minutos con un incremento de 30 segundos por jugada.
- En caso de empate, la final se decidiría al mejor de un match de 2 partidas semirápidas, es decir, 25 minutos más un incremento de 10 segundos por jugada.
- En caso nuevamente de empate se pasaría a un match al mejor de 2 partidas rápidas, en este caso con 10 minutos por partida más un incremento de 10 segundos por jugada.
- Si después de esto persiste el empate la final se decidiría en un match al mejor de 2 partidas en formato blitz, con 5 minutos para toda la partida y 3 segundos de incremento por jugada.
- Por último, en caso de continuar sin decidirse el vencedor, se celebraría una partida tipo “Armagedón” 5 minutos para blancas, 4 minutos para negras pero en caso de tablas ganan negras.

Lo primero que llama la atención es la ausencia de tablas y, lo primero que le viene a alguien a la cabeza cuando ve esta tabla es: “guau iban a cuchillo”. En parte sí pero en parte no. Soy el primero que se ha quejado de las tablas demasiado rápidas pero en el caso de la final de la copa del mundo la ausencia de tablas se debió a dos factores:
- La obligación de ganar ya que las tablas suponían la eliminación y por lo tanto perder la final. Esto por ejemplo le sucedió a Karjakin en la 3ª y 4ª ronda de las partidas clásicas.
- Los errores. Evidentemente si te dan una torre no vas a hacer tablas.
El match de partidas clásicas

Primero de uno de los muchos errores de la final de la Copa del Mundo de Ajedrez 2015.
Por increíble que parezca en esta posición Karjakin jugó Tb5 que tras Rh8 pierde inmediatamente la partida.

Svidler se equivoca y pierde la oportunidad de ganar la final en la tercera partida clásica.
Aquí, y después de haber tenido la partida ganada tan solo unas jugadas antes, Svidler hace la asombrosa Dd2 que pierde la partida inmediatamente tras Txf2. Peter le devolvía el favor a Sergey. A falta de una ronda Karjakin volvía a estar vivo «solo» necesitaba ganar la cuarta partida para forzar el desempate a rápidas, y lo hizo.
La jornada de desempate

Peter Svidler y Sergey Karjakin en la jornada de desempates. Foto Web Oficial.
La jornada de desempates fue un despropósito de principio a fin. Como he leído en algún sitio un blunderfest. Los errores se sucedieron partida tras partida hasta que al final el que tuvo más sangre fría y templó mejor los nervios ganó. Y ese fue Sergey Karjakin.
En la primera partida de los desempates Karjakin mostró su magistral técnica en los finales para imponerse en un final de alfiles de distinto color.

Hay que ver como se las gasta Karjakin en el final.
Era su tercera victoria consecutiva y ahora era él, el que solo necesitaba unas tablas para llevarse el gato al agua. Pero no fue así, sorprendentemente, resurgió la mejor versión de Peter Svidler que consiguió vencer a Karjakin para volver a igualar la final.

Posición tras realizar Svidler Rg8 dejando la torre de b8 a merced de la dama blanca.
A partir de este momento Svidler fue una sombra de sí mismo y perdió sin oponer mucha resistencia en la tanda de partidas blitz.
Svidler lamentándose por los graves errores cometidos en la final de la Copa del Mundo
Un día bastante loco, en una partida Karjakin se dejó una pieza en otra Svidler una torre, y así hasta de error en error hasta que al final el marcador se desequilibró a favor de uno de los dos jugadores. La verdad es que podía haber ganado (o perdido) cualquiera de los dos pero la suerte sonrió a Sergey Karjakin.
Deberíamos hacer una reflexión de si en ajedrez queremos ir hacia un modelo donde se potencie el espectáculo o la calidad. Los que busquen emoción seguramente disfrutaron, y yo tengo que reconocer que en algún momento también lo hice, como nunca con esta final, pero aquellos para los cuales el ajedrez es más un arte que un deporte vivieron un triste espectáculo.
Se han atribuido los errores a la tensión, al cansancio después de estar 25 días jugando, a la presión de eliminar o ser eliminado, a los nervios, al ritmo de juego y a un sinfín de motivos. Pero aun así no puedo dejar de pensar: son profesionales, han dedicado su vista a esto, ¡que están jugando la final de la Copa del Mundo, por Dios! Estos jugadores son los mejores entre los mejores. Y si es el formato el que nos lleva a ver este esperpéntico desfile de errores, ¿es esto lo que queremos?
Ver a dos jugadores de este nivel cometiendo errores de principiante no es lo que yo quiero para el ajedrez.
Más ajedrez en: El Alfil Inquieto
Não partilho dessa dicotomia espetáculo x qualidade, como se fosse impossível os dois andarem juntos. Aqui no Brasil, este é um debate permanente no futebol, resultado x qualidade, um excluindo ao outro. Devemos sempre pensar no espetáculo que tenha a arte como base. Ou seja, é estético (emocionante) e ao mesmo tempo artístico (qualidade, técnica, brilhantismo pessoal). Por isso, discordo dessa pergunta, e sugiro outra: como podemos conciliar o espetáculo com a qualidade?